A Dios le bastaron tres palabras para crear la luz, pero no contó con la fastidiosa rotación terrestre que deja nuestras ciudades en sombra durante la mitad del día. Yo, que solo pretendo contarte cómo los humanos fuimos capaces de ponerle solución a aquella imprecisión, voy a necesitar algo más de tres palabras porque en el episodio de hoy vamos a descubrir la historia que cabe entre tu dedo y el interruptor.

Viajamos al pasado de algunas ciudades para ver cómo afectaron las enfermedades a la vida de sus habitantes y para conocer cuánto de nuestro bienestar actual se lo debemos a aquellos que fueron capaces de vislumbrar un futuro mejor.

¿Hay algún medio de transporte que despierte más nuestra imaginación que el tren? Tiene un halo romántico inconfundible, es sinónimo de grandes aventuras, de ansiados reencuentros y de encuentros inesperados. El rumor de su traqueteo incansable, el chirrido de sus frenos que anuncia un nuevo destino. Cualquier paisaje es hermoso contemplado desde la ventana de un tren; cualquier ciudad cautivadora desde el andén de su estación. Si te apetece un viaje, tenemos un asiento para ti. Ponte cómodo y disfruta del paseo.